Cristian Buehne y Amol Tyagi en unsplash

El 31 de diciembre de 2019, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recibió reportes de presencia de neumonía, de origen desconocido, en la ciudad de Wuhan, en China. Rápidamente, a principios de enero, las autoridades de este país identificaron la causa como una nueva cepa de coronavirus. La llamaron SARS-CoV2.

El 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo ha declarado oficialmente como una pandemia.

Para evitar la expansión del virus, los gobiernos de los distintos países del mundo han impuesto restricciones de viajes, cuarentenas, confinamientos, cancelación de eventos y el cierre de establecimientos.

En relación con la incidencia, los casos de covid-19 comprobados mediante análisis genético (PCR) ascienden a unos 104.3 millones al 2 de febrero de 2021, pero la OMS estima que la cantidad real de infecciones es probablemente mucho mayor, en torno a 780 millones o 10 % de la población mundial.

Al mes de diciembre de 2020, se están desarrollando más de 200 vacunas experimentales contra la COVID-19. De ellas, al menos 52 se encuentran en las fases de ensayos con humanos. Hay muchas otras vacunas que actualmente se encuentran en las fases I o II y que pasarán a la fase III en los próximos meses

¿Por qué se están desarrollando tantas vacunas?

De ordinario, muchas vacunas experimentales son objeto de análisis antes de que se determine que alguna de ellas es segura y eficaz. De todas las vacunas que llegan a la fase de ensayos clínicos, tan solo una de cada cinco demuestra tener utilidad real. Desarrollar un gran número de vacunas distintas aumenta las posibilidades de que haya una o más vacunas que resulten útiles y demuestren ser seguras y eficaces para los grupos demográficos a los que se pretende dar prioridad.

Las vacunas salvan cada año miles de vidas. Su función es entrenar y preparar a las defensas naturales del organismo ―el sistema inmunológico― para detectar y combatir a los virus y las bacterias seleccionados.

Imagen de la Universidad de Trnava en unsplash

Antes de que comenzara la pandemia de COVID-19 ninguna vacuna de tipo Material Genético (ARN-ADN) había superado todo el proceso de autorización para poder utilizarse en seres humanos, aunque determinadas vacunas de ADN, incluidas algunas destinadas a combatir tipos específicos de cáncer, ya se encontraban en las fases de ensayos con humanos. Debido a la pandemia, la investigación en este ámbito ha avanzado muy rápidamente y se ha otorgado autorización de uso urgente a algunas vacunas de ARNm contra la COVID-19, lo que significa que ya se pueden administrar a las personas y no solamente en el marco de la realización de ensayos clínicos.

Para febrero de 2021, había 66 vacunas candidatas en investigación clínica, incluidas 17 en ensayos de fase I, 23 en ensayos de fase I-II, 6 en ensayos de fase II y 20 en ensayos de fase III.​ En los ensayos de fase III, las “vacunas COVID-19” demostraron una eficacia de 50-95% en la prevención de la infección sintomática de la COVID-19.​ En febrero de 2021, había 10 vacunas autorizadas para su uso público por al menos una autoridad reguladora competente: dos vacunas de ARN (la Tozinamerán de Pfizer-BioNTech y la mRNA-1273 de la empresa Moderna), cuatro vacunas inactivadas convencionales (la BBIBP-CorV de Sinopharm, la BBV152 de Bharat Biotech, la CoronaVac de Sinovac  y la WIBP de Sinopharm), tres vacunas de vectores virales (la Sputnik V del Centro Nacional de Investogación de Epidemiología y Mocrobiología Gamaleya, la AZD1222 de Oxford-AstraZeneca y la Ad5-nCoV de CanSino Biologics) y una vacuna peptídica (EpiVacCorona del Vektor Institute).

Los países han tenido que implementar planes de distribución por etapas, que dan prioridad a la población de riesgo como los ancianos, y las personas con alto grado de exposición y transmisión, como los trabajadores de la salud.​ Al 1 de febrero de 2021, se habían administrado 101.31 millones de dosis de la vacuna COVID-19 en todo el mundo, según informes oficiales de las agencias nacionales de salud. Pfizer, Moderna y AstraZeneca predijeron una capacidad de fabricación de 5300 millones de dosis en 2021, que podría usarse para vacunar a unos 3000 millones de personas (ya que las vacunas requieren dos dosis para tener un efecto protector contra COVID-19). En diciembre, los países habían pedido por adelantado más de 10 mil millones de dosis de vacunas,​ y aproximadamente la mitad de las dosis compradas por los países de ingresos altos representaban el 14% de la población mundial.

Inmunidad Colectiva

Cuando una persona está vacunada contra una enfermedad, es muy probable que esté protegida contra esa enfermedad. Pero no todas las personas se pueden vacunar. Algunas, con enfermedades preexistentes que debilitan sus sistemas inmunitarios (por ejemplo, cáncer o VIH) o las que tienen alergias graves a algunos componentes de las vacunas, tal vez no puedan recibir determinadas vacunas. Esas personas pueden estar protegidas si viven entre otras personas que sí estén vacunadas.

Cuando muchas personas de una comunidad están vacunadas, la circulación del patógeno es difícil porque la mayoría de las personas están inmunizadas.  Por lo tanto, cuanto más personas estén vacunadas, menos probable será que una persona que no puede protegerse con vacunas corra el riesgo de verse expuesta a patógenos.

Hacia ese camino el mundo está haciendo el esfuerzo económico y de logística, cada país con su posibilidad de acceder a las vacunas. En ese marco la Organización Mundial de la Salud creó el Mecanismo COVAX para el acceso mundial a las vacunas contra la COVID-19 en colaboración con los asociados en la iniciativa sobre el Acelerador del acceso a las herramientas contra la COVID-19 (Acelerador ACT), la Coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la Preparación ante Epidemias (CEPI) y Gavi, la Alianza para las Vacunas. El Mecanismo COVAX congrega a todos los países, con independencia de su nivel de ingresos, para asegurar que la adquisición y la distribución de las vacunas contra la COVID-19 se lleven a cabo de forma equitativa. El Mecanismo COVAX hará posible acelerar el cronograma, ya que facilitará que se invierta rápidamente en el desarrollo de una gran variedad de vacunas experimentales; se amplíe la capacidad de fabricación; y se acelere la producción de vacunas antes de que tenga lugar el proceso de autorización, con el fin de que las vacunas puedan aplicarse sin demora una vez que se haya demostrado que son seguras y eficaces.

Maria Elena RomanoCottonbro en Pexels

El Marco de valores para la asignación de vacunas y el establecimiento de prioridades en la vacunación – en inglés, contra la COVID-19 ofrece orientación de alto nivel de alcance mundial, sobre los valores y las consideraciones de carácter ético concernientes a la distribución de las vacunas contra la COVID-19 entre los países, así como orientación de ámbito nacional sobre la priorización de grupos demográficos de cara a la vacunación en los países mientras las existencias sean limitadas. Mientras los recursos sigan siendo escasos, los programas de vacunación tendrán que dar prioridad a ciertos grupos demográficos en detrimento de otros antes de ampliar progresivamente la distribución para abarcar a toda la población. Hasta el momento, esos grupos demográficos prioritarios, según determinó el Grupo de Expertos de la OMS en Asesoramiento Estratégico sobre Inmunización, son:

  • Trabajadores de primera línea en el ámbito sanitario y de la asistencia social
  • Personas mayores de 65 años
  • Personas menores de 65 años que presentan enfermedades preexistentes debido a las cuales tienen un mayor riesgo de fallecer

Han programado algunas fases:

FASE 1: En esta primera fase de distribución, las dosis de vacuna se pondrán a disposición de los países participantes de manera simultánea hasta lograr una cobertura de aproximadamente el 20 % de la población de todos los países.

FASE 2: En esta segunda fase, en el caso de que siga habiendo limitaciones considerables de existencias, el ritmo al que los países recibirán las nuevas dosis de vacuna se determinará mediante una evaluación del riesgo que tienen en un momento dado. Por ejemplo, países que tengan poblaciones vulnerables, o que cuenten con sistemas de salud vulnerables.

RESERVA CON FINES HUMANITARIOS: Una pequeña reserva de un máximo del 5 % del número total de dosis disponibles se apartará en calidad de mecanismo de respaldo con el fin de que sirva como último recurso en el caso de que las estrategias puestas en práctica por algún gobierno no bastaran para satisfacer las necesidades de determinados grupos demográficos. por ejemplo vacunación en refugiados, los que soliciten asilos y al personal que trabaja en esos entornos.

Como reza en una de las tantas publicaciones de la OMS: “El mundo se ha unido para luchar contra la COVID-19. Debemos seguir trabajando de consuno hasta que todas las personas estén protegidas y seguras”.

La vacuna, sin dudas, es la llave que volverá a abrir las puertas hacia la recuperación social, sanitaria, económica en todos los países afectados por esta pandemia.

Hasta la próxima!