
La resiliencia en los sistemas de salud se ha convertido en un tema fundamental para garantizar la continuidad y efectividad de los servicios sanitarios, especialmente en tiempos de crisis, emergencias y catástrofes. Los sistemas resilientes son aquellos capaces de anticipar, responder, adaptarse y recuperarse frente a diversas perturbaciones, manteniendo sus funciones esenciales y aprendiendo de las experiencias para fortalecerse continuamente. La evidencia actual demuestra que los sistemas con mayor potencial resiliente están mejor preparados para enfrentar crisis como la pandemia de COVID-19, revelando la importancia crítica de desarrollar y evaluar esta capacidad.
Concepto y Dimensiones de los Sistemas de Salud Resilientes
La resiliencia en sistemas de salud representa la capacidad para mantener en funcionamiento y de manera eficaz un servicio sanitario y la prestación de servicios a la comunidad, especialmente durante crisis humanitarias, catástrofes y emergencias sanitarias. Este concepto ha evolucionado hasta comprender cinco fases fundamentales: preparación, respuesta, recuperación, adaptación y transformación. Estas fases permiten que los sistemas sanitarios desarrollen capacidades progresivas para enfrentar adversidades.
- Preparación: Consiste en anticipar posibles crisis, fortalecer las capacidades del sistema y planificar respuestas adecuadas. Implica la preparación de los actores, instituciones y recursos para afrontar situaciones adversas
- Respuesta: Es la capacidad de actuar de manera eficaz durante una crisis o perturbación, asegurando la continuidad y la prestación oportuna de los servicios esenciales de salud
- Recuperación: Tras la crisis, el sistema debe restablecer o mejorar sus funciones, servicios y recursos, siguiendo principios de desarrollo sostenible y buscando reconstruir mejor para reducir riesgos futuros
- Adaptación: El sistema ajusta y reorganiza sus componentes y procesos a partir de las lecciones aprendidas durante la crisis, para mejorar su funcionamiento y prepararse para futuras amenaza
- Transformación: Si las condiciones lo requieren, el sistema puede cambiar de manera más profunda, modificando estructuras, procesos o estrategias para fortalecer su resiliencia a largo plazo
Los sistemas de salud de la Región de las Américas, a pesar de las mejoras considerables en las últimas décadas, siguen siendo vulnerables a diversos riesgos que pueden afectar directamente su capacidad de funcionamiento. Por ello, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha puesto énfasis en desarrollar marcos que promuevan la construcción de sistemas más resilientes, reconociendo que esta característica es esencial para garantizar el acceso universal a la salud y la cobertura universal.
La resiliencia sanitaria comprende dos dimensiones complementarias: la resiliencia «dura», que se enfoca en aspectos estructurales y no estructurales del espacio físico hospitalario, y la resiliencia «suave», que abarca elementos como personal, participación comunitaria, información y sistemas. Ambas son fundamentales para consolidar lo que se conoce como las «6S» que consolidan el funcionamiento óptimo de un hospital o sistema de salud resiliente. Estas corresponden a las siglas en inglés de:
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Space (Espacio): Se refiere a los aspectos estructurales y físicos del hospital o centro de salud, como la infraestructura y su capacidad para adaptarse ante emergencias.
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Staff (Personal): Incluye la disponibilidad, capacitación y bienestar del personal sanitario, esencial para mantener la prestación de servicios en situaciones adversas.
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Stuff (Materiales): Hace referencia a los insumos, equipos médicos y suministros necesarios para la atención sanitaria continua.
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Systems (Sistemas): Engloba los procesos organizativos, de gestión, comunicación y coordinación que permiten el funcionamiento eficiente y adaptativo del sistema de salud.
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Strategies (Estrategias): Involucra la planificación, protocolos y políticas que guían la preparación, respuesta y recuperación frente a crisis.
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Services (Servicios): Se refiere a la capacidad de mantener y adaptar la prestación de servicios de salud esenciales a la población, incluso durante emergencias.
Características de los Sistemas de Salud Resilientes
De acuerdo con la OPS, los sistemas de salud resilientes presentan características distintivas que les permiten enfrentar eficazmente las crisis y perturbaciones. Estos sistemas están fundamentados en información y evidencia, con capacidad para recopilar y asimilar datos para conformar la planificación estratégica y la toma de decisiones. Asimismo, son receptivos y pueden ampliar rápidamente los servicios de salud individuales y poblacionales cuando sea necesario.
Los sistemas resilientes son previsibles, respondiendo como se anticipó en los procesos de planificación estratégica y reducción de riesgos. Además, son sólidos, manteniendo medidas por períodos prolongados tras una perturbación, y están integrados, garantizando el acceso universal a servicios amplios de salud con un primer nivel de atención plenamente articulado dentro de Redes Integradas de Servicios de Salud.
Una característica fundamental es su enfoque centrado en las personas y comunidades, con capacidad para llegar a toda la población y responder a necesidades específicas. Esto se complementa con su naturaleza participativa, que involucra activamente a la población en la gobernanza, formulación de políticas y procesos de toma de decisiones, generando capital social y confianza en el sistema. Finalmente, estos sistemas están integrados en los niveles local y nacional, e interconectados con sistemas de salud a escala internacional.
Medición y Evaluación de la Resiliencia en Sistemas de Salud
La medición de la resiliencia en sistemas de salud es un proceso complejo que implica evaluar interrelaciones entre perturbaciones, capacidades, respuestas y estados presentes y futuros. Se han desarrollado diversas herramientas para cuantificar y evaluar la resiliencia con el objetivo de informar políticas y estrategias de fortalecimiento.
El programa 100 Resilient Cities ha desarrollado el City Resilience Index (CRI), un instrumento que proporciona una articulación holística de la resiliencia urbana estructurada en torno a cuatro dimensiones: Salud y Bienestar, Economía y Sociedad, Infraestructura y ambiente, y Liderazgo y Estrategia. Este índice comprende 12 objetivos y 52 indicadores, evaluados mediante 156 preguntas en una escala subjetiva de valores entre 1 y 5.
Por otro lado, la Organización GOAL ha propuesto una Herramienta para Medir la Resiliencia Comunitaria ante Desastres, evaluando componentes de resiliencia en cinco áreas temáticas clave mediante encuestas a la comunidad. Esta herramienta complementa enfoques más institucionales con perspectivas comunitarias, ofreciendo una visión más integral de la resiliencia del sistema.
En el ámbito específico de la salud, se ha desarrollado un marco que utiliza lógica difusa para determinar la puntuación de cuatro capacidades resilientes (seguimiento, anticipación, aprendizaje y respuesta) y establecer un coeficiente agregado de potencial resiliente. Este enfoque ha demostrado ser útil para identificar aspectos importantes del desempeño resiliente y los diferentes tipos de capacidades que pueden considerarse en diversos contextos y niveles de los sistemas de salud pública.
Estrategias para Fortalecer la Resiliencia en Sistemas de Salud
El fortalecimiento de la resiliencia en sistemas de salud requiere intervenciones a múltiples niveles, desde el marco institucional hasta el desarrollo de capacidades individuales en los profesionales sanitarios. A nivel sistémico, es fundamental desarrollar políticas y planes de preparación que apoyen la resiliencia hospitalaria y la prestación eficaz de servicios durante emergencias sanitarias como crisis económicas, atentados terroristas y catástrofes.
Para los trabajadores de la salud, quienes enfrentan numerosos factores de estrés en sus roles exigentes y emocionalmente agotadores, se recomienda la implementación de estrategias específicas para fomentar la resiliencia psicológica. Los talleres de formación en resiliencia representan un enfoque proactivo para dotar a estos profesionales con las habilidades y mentalidad necesarias para enfrentar eficazmente los factores de estrés. Estos talleres suelen incorporar técnicas basadas en evidencias extraídas de la psicología positiva, la terapia cognitivo-conductual y las prácticas de mindfulness.
Las intervenciones basadas en mindfulness han demostrado ser efectivas para capacitar a los individuos en el cultivo de la resiliencia. Estas estrategias contribuyen a mejorar la autoconciencia, desarrollar mecanismos para la gestión del estrés, la regulación emocional y la promoción de la adaptabilidad, elementos fundamentales para fortalecer la resiliencia individual que, a su vez, contribuye a la resiliencia organizacional.
La resiliencia de las organizaciones sanitarias está influenciada por diversos factores, incluyendo recursos materiales y preparación. Para evaluarla, se han desarrollado instrumentos como cuestionarios que proporcionan medidas de Resiliencia Global y sus factores: Planificación y Capacidad Adaptativa. Estos instrumentos permiten identificar áreas de oportunidad para el fortalecimiento de la resiliencia organizacional.
Diversas fuentes especializadas y organismos internacionales han identificado estrategias concretas para fortalecer la resiliencia de los sistemas de salud. Entre las más relevantes se encuentran:
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Adopción de un modelo integral de atención primaria de salud (APS): Implementar un enfoque centrado en la atención primaria, que permita la cobertura universal y el acceso equitativo a servicios esenciales, es fundamental para la resiliencia. Este modelo prioriza la prevención, la promoción de la salud y la atención continua
- Fortalecimiento de las funciones esenciales de salud pública: Mejorar la capacidad de vigilancia, respuesta rápida, gestión de riesgos y comunicación efectiva ante emergencias sanitarias, asegurando que el sistema pueda anticipar, detectar y responder a amenazas de manera oportuna
- Desarrollo y fortalecimiento de redes integrales de servicios de salud: Consolidar la organización y coordinación entre los distintos niveles y actores del sistema de salud, garantizando la continuidad de la atención y la capacidad de reorganizarse ante crisis. Esto incluye la mejora de la gestión de recursos humanos, la formación de equipos interprofesionales y la adopción de soluciones digitales para ampliar el acceso y la eficiencia
- Aumento y sostenibilidad del financiamiento público: Incrementar la inversión en salud, especialmente en el primer nivel de atención, y asegurar la sostenibilidad financiera del sistema. Esto implica destinar al menos el 30% del gasto público en salud a la atención primaria, mejorar la gestión financiera y explorar nuevas fuentes de financiamiento
- Mejoras en infraestructura y procesos de adquisición: Invertir en infraestructura sanitaria resiliente y optimizar los procesos de adquisición de insumos y equipamiento, asegurando la disponibilidad y calidad de los recursos necesarios durante crisis y emergencias
- Intervenciones psicológicas y capacitación en resiliencia para el personal de salud: Implementar programas de formación y apoyo psicológico para los trabajadores sanitarios, promoviendo la resiliencia individual y organizacional, lo que contribuye a mantener la capacidad de respuesta y la calidad del servicio en situaciones adversas
- Eficiencia y preparación: Promover la eficiencia en el uso de recursos, la simplificación de procesos y la inversión en preparación, evitando que la búsqueda de eficiencia a corto plazo comprometa la capacidad de respuesta ante emergencias
Estas estrategias, implementadas de manera integral y sostenida, permiten que los sistemas de salud sean más flexibles, adaptativos y capaces de enfrentar tanto crisis agudas como desafíos crónicos, garantizando la protección de la salud pública y la continuidad de los servicios esenciales.
Conclusión
La resiliencia en sistemas de salud emerge como una característica fundamental para garantizar la continuidad y calidad de la atención sanitaria, especialmente en contextos de crisis y emergencias. Un sistema de salud resiliente requiere un enfoque multidimensional que abarque desde aspectos estructurales hasta el fortalecimiento de capacidades individuales y comunitarias.
La evidencia demuestra que la resiliencia puede y debe ser medida, evaluada y fortalecida sistemáticamente, aplicando marcos conceptuales y herramientas metodológicas que permitan identificar fortalezas y debilidades. Las lecciones aprendidas de la pandemia de COVID-19 subrayan la urgencia de priorizar el desarrollo de sistemas resilientes como estrategia preventiva frente a futuras crisis.
El camino hacia sistemas de salud más resilientes implica no solo la preparación para emergencias, sino también la construcción de capacidades adaptativas y transformadoras que permitan aprender de las experiencias y evolucionar continuamente. Solo así podrá garantizarse la protección efectiva de la salud poblacional frente a las crecientes amenazas y perturbaciones que enfrentan los sistemas sanitarios contemporáneos.
¡HASTA PRONTO!
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