
La prevención y el control de las Infecciones Asociadas al Cuidado de la Salud (IACS) constituyen un indicador fundamental de la calidad asistencial y la eficiencia de las prestaciones sanitarias. La higiene hospitalaria, definida como la limpieza y desinfección rigurosa del entorno físico del paciente, no es un mero servicio de mantenimiento, sino una intervención clínica crítica que reduce la carga de patógenos y minimiza el riesgo de transmisión. Un Programa de Prevención y Control de Infecciones (PCI) implementado correctamente, y que incluye un robusto componente de higiene ambiental, puede lograr una reducción significativa en las tasas de IACS, estimada entre un 35% y un 70%.
I. Fundamentos Clínicos y Justificación Estratégica de la Higiene Ambiental
1. La Carga Global y Local de las Infecciones Asociadas al Cuidado de la Salud (IACS)
Las IACS se encuentran entre los eventos adversos más frecuentes a nivel mundial, lo que subraya su impacto como un grave problema de salud pública. Se estima que el 7% de los pacientes en países desarrollados y hasta el 10% en países en desarrollo contraen una IACS, siendo la incidencia en países de bajos y medianos ingresos de 2 a 20 veces mayor que en países de ingresos altos. Esta disparidad acentúa la necesidad de fortalecer los sistemas de salud mediante la implementación de medidas preventivas estandarizadas y con cobertura total.
El impacto de estas infecciones se extiende más allá de la morbilidad y la mortalidad. Las IACS, a menudo causadas por organismos multirresistentes, imponen una carga económica considerable tanto para el sistema de salud como para la sociedad. La relación causal entre las infecciones adquiridas y la resistencia antimicrobiana (RAM) es directa: un incremento en las IACS obliga a un mayor uso de antibióticos, lo que a su vez impulsa la evolución de la RAM, comprometiendo la eficacia de los tratamientos futuros. Por ello, la ejecución de un PCI integral no solo busca reducir la incidencia de IACS, sino que también funge como un elemento clave del Plan de Acción Mundial sobre la Resistencia Antimicrobiana. Desde una perspectiva ética y de política pública, el acceso a servicios de atención diseñados para minimizar los riesgos de IACS evitables debe considerarse un derecho humano básico.
2. El Entorno Hospitalario Inanimado como Reservorio Activo
El entorno hospitalario, especialmente las superficies inanimadas, actúa como un reservorio activo de microorganismos patógenos. Estos microbios pueden sobrevivir en las superficies por tiempos prolongados, cuya duración depende de factores como la humedad, la temperatura y el tipo de superficie. La persistencia de ciertos patógenos críticos justifica la urgencia de una higiene rigurosa, ya que superficies contaminadas pueden servir como vehículo para la transmisión entre pacientes, especialmente durante el egreso y el reingreso rápido a una unidad.
Patógenos de alta relevancia clínica, como el Staphylococcus aureus Resistente a Meticilina (SARM/MARSA), el Clostridium difficile y los Enterococcus, demuestran una notable capacidad de supervivencia en el entorno. Por ejemplo, se ha documentado que el C. difficile puede sobrevivir en superficies hasta más de cinco meses, y los Enterococcus pueden persistir hasta por 46 meses. Esta supervivencia extrema implica que la limpieza concurrente, si bien necesaria, es insuficiente por sí misma para las habitaciones de pacientes con aislamiento o con microorganismos multirresistentes conocidos (MDROs). El proceso de Limpieza Terminal al alta del paciente se transforma así en una intervención de control de riesgos biológicos críticos. Al reducir la carga de patógenos ambientales mediante una limpieza y desinfección exhaustivas, el hospital minimiza las posibilidades de brotes de enfermedades infecciosas y de contaminación cruzada.
3. Evidencia del Impacto: Prevención Cuantificable
Los programas de Prevención y Control de Infecciones, que incluyen el componente de ambiente hospitalario, materiales y equipos, son esenciales y reconocidos en consensos de salud pública como pilares para la gestión de IACS. La implementación estratégica de estos programas está directamente vinculada a la disminución de la incidencia de IACS y, consecuentemente, de la mortalidad asociada. Esto requiere definir metas, objetivos e indicadores de resultados cuantificables que permitan supervisar y evaluar el cumplimiento del programa, al menos anualmente, garantizando un enfoque de gestión basado en la evidencia.
II. El Rol Protagonista y Empoderamiento del Personal de Servicios Ambientales (EVS)
El Personal de Servicios Ambientales (EVS), conocido comúnmente como personal de limpieza, es la primera línea de defensa contra la transmisión ambiental de patógenos. Su función no se limita a la estética o el aseo, sino que constituye un rol protagónico y fundamental en la prevención de infecciones y en el mantenimiento de un ambiente seguro y saludable para pacientes, personal médico y visitantes.
1. Definición del Rol Estratégico y Áreas de Alto Riesgo
El EVS actúa como un agente de control de infecciones. Sus responsabilidades operativas son críticas, particularmente en áreas de alto riesgo donde el flujo de pacientes y la presencia de agentes infecciosos son constantes. Esto incluye las salas de urgencias y las zonas de aislamiento. En estos entornos, la desinfección debe realizarse con productos bactericidas, virucidas y fungicidas de amplio espectro, requiriendo un conocimiento técnico superior al de la limpieza general.
Para asegurar una atención de calidad, la institución debe suministrar insumos suficientes y adecuados, incluyendo puntos de higiene de manos, equipos de protección personal (EPP) apropiados, y los necesarios para la limpieza y desinfección ambiental. La efectividad de la higiene ambiental está intrínsecamente ligada a la disponibilidad de recursos y al respeto de las normas definidas por el PCI.
2. Estandarización de Prácticas y Seguridad Laboral
La protección del personal de EVS es directamente proporcional a la seguridad del paciente, ya que un trabajador contaminado puede actuar como un vector. Por lo tanto, el uso correcto de los Equipos de Protección Personal (EPP) y la adhesión a las prácticas seguras de trabajo son obligatorios. Durante el aseo y la desinfección concurrente o terminal, el personal debe utilizar EPP específico, que incluye bata desechable de manga larga, mascarilla quirúrgica, escudo facial o antiparras y guantes gruesos de aseo.
Además de la protección durante el trabajo, la higiene personal es una práctica de trabajo segura esencial. El personal debe mantener el cabello tomado y ordenado, las uñas limpias y cortas, y evitar el uso de joyas durante el periodo laboral. Un punto de control crítico en la prevención de la contaminación cruzada es la higiene de manos, que debe efectuarse inmediatamente después de quitarse cualquier equipo de protección personal. Dado que el personal de limpieza puede correr un riesgo elevado al manipular superficies potencialmente contaminadas, garantizar la formación adecuada en el manejo de EPP y la técnica de higiene de manos es una medida de seguridad ocupacional que protege la cadena de atención sanitaria.
3. Empoderamiento a Través del Reporte de Anomalías
Para que el personal de EVS tome un rol protagónico, su función debe extenderse más allá de la ejecución de los protocolos de limpieza. El EVS debe ser formalmente reconocido como un auditor ambiental proactivo. Se debe establecer un mecanismo formal y sencillo para que el personal evalúe y notifique a su supervisor o al departamento de mantenimiento la existencia de fallas estructurales o de mobiliario que impidan una limpieza efectiva.
Estas anomalías incluyen muebles rotos, agujeros en las paredes, pintura descascarada, o equipos dañados. La justificación de esta responsabilidad radica en que las grietas o los daños en las superficies pueden albergar gérmenes y son imposibles de limpiar o desinfectar adecuadamente. El reporte de mobiliario defectuoso activa el protocolo de Mantenimiento y el CDI, logrando la reparación necesaria para que todas las superficies sean idóneas para la desinfección. Este proceso transforma al EVS en un actor clave en la gestión de la infraestructura hospitalaria, un KPI de gestión interdepartamental que impacta directamente en la reducción de nichos ecológicos para patógenos.
III. Estrategias Operacionales de Limpieza y Desinfección de Alto Nivel
La efectividad de la higiene hospitalaria depende de la estandarización y la aplicación rigurosa de Procedimientos Operativos Estándar (POEs) que incorporen las mejores prácticas internacionales, enfocándose en minimizar la contaminación cruzada y maximizar la eliminación de la carga microbiana.
1. Clasificación de Procedimientos Basada en el Riesgo
Los procedimientos de limpieza deben ser clasificados y ejecutados en función del riesgo de transmisión de infecciones, la probabilidad de contaminación del área y la vulnerabilidad de los pacientes. La determinación del riesgo define la frecuencia, el método y el proceso de limpieza y desinfección requeridos.
- Limpieza Concurrente/Rutinaria/Diaria: Se realiza mientras el paciente está internado. El objetivo es mantener el área y las superficies de alto contacto limpias y desinfectadas. En áreas críticas o habitaciones de pacientes, esto debe ocurrir al menos una vez al día, con limpiezas adicionales según se requiera.
- Limpieza Terminal: Se lleva a cabo cuando el paciente es dado de alta, transferido o fallece. Es un proceso exhaustivo que busca la eliminación mecánica de agentes y sustancias orgánicas de todas las superficies (pisos, paredes, equipos no críticos), con un foco de desinfección rigurosa.
La CDC recomienda que las áreas se clasifiquen por riesgo (Bajo, Moderado, Alto) mediante una evaluación de la probabilidad de contaminación, el potencial de exposición (superficies de alto contacto vs. bajo contacto) y la vulnerabilidad de la población.
Tabla 1: Clasificación de Áreas Hospitalarias Basada en Riesgo y Frecuencia de Limpieza
| Clasificación del riesgo | Ejemplos de áreas | Frecuencia mínima de limpieza recurrente | Frecuencia de limpieza terminal |
|---|---|---|---|
| Alto Riesgo (crítico) | Quirófanos, UCIs, Unidades de Aislamiento, Salas de Inserción de Marcapasos | Múltiples veces al día (según protocolo) y/o después de cada procedimiento/evento | Después del alta, transferencia o procedimiento mayor |
| Riesgo Moderado | Habitaciones de Pacientes, Laboratorios, Consultorios Ambulatorios, Baños de Paciente | Diaria, con énfasis en superficies de alto contacto | Después del alta o transferencia. |
| Bajo Riesgo | Oficinas Administrativas, Pasillos de Bajo Tráfico, Áreas de Soporte | Diario o según programa de mantenimiento | Planificación semanal o mensual o según requerimiento |
2. Técnicas Estandarizadas Anti Cruzamiento
Para asegurar que la limpieza mecánica sea efectiva y no propague gérmenes, deben emplearse técnicas diseñadas para prevenir la contaminación cruzada.
- Fregado con Doble Balde: Esta es una técnica esencial en entornos sanitarios y se recomienda su uso en áreas críticas como quirófanos y consultas. El sistema utiliza dos cubos: uno para la solución de limpieza/desinfección (a menudo azul) y otro para el agua de aclarado (a menudo rojo). Esta separación garantiza que el agua de aclarado contaminada no se reutilice para humedecer la mopa o el paño, evitando que los contaminantes se mezclen con el desinfectante y se transfieran a otras superficies.
- Uso de Paños de Microfibra y Limpieza en Húmedo: La limpieza, ya sea barrido o fregado, siempre se realizará en húmedo, recogiéndose primero la materia orgánica que pueda haber sobre las superficies. Se recomienda el uso de paños o mopas de microfibra, ya que los paños empleados para la limpieza de superficies y mobiliario en las habitaciones deben ser de uso exclusivo de cada habitación para evitar contaminaciones potenciales de una a otra. Esta inversión en equipo de calidad (microfibra y doble cubo) es fundamental, ya que reduce la probabilidad de fallas en la remoción mecánica de patógenos, un requisito indispensable para la seguridad microbiana.
- Identificación Visual mediante Código de Colores: La implementación de un sistema de codificación de colores para los útiles de limpieza (bayetas, paños, fregonas) es una medida meticulosamente diseñada para prevenir la contaminación cruzada y garantizar la máxima higiene.
Tabla 2: Sistema de Codificación de Colores para Prevención de Contaminación Cruzada
| Color | Área designada o Tipo de superficie | Ejemplo de Uso | Justificación (riesgo) |
|---|---|---|---|
| ROJO | Zonas de Máximo Riesgo y Retretes | Limpieza de retretes e inodoros | Máximo riesgo de carga viral y bacteriana y manejo de fluidos corporales. |
| AMARILLO | Sanitarios (excepto retrete) y Resto de Superficies de Alto Contacto | Lavabos, duchas, mobiliario general, pasamanos | Intermedio |
| AZUL | Áreas Generales, Habitaciones de Pacientes, Zonas Alimentarias | Corredores, oficinas, salas de pacientes (no aislamiento), cocinas | Bajo a Intermedio (Limpieza general) |
3. Manejo Riguroso de Desinfectantes
El éxito de la desinfección depende de la preparación y aplicación correctas de los agentes químicos. El factor humano es siempre una consideración crucial para el éxito del proceso de limpieza y desinfección. El personal de EVS debe estar capacitado en la dilución correcta para alcanzar la concentración adecuada del producto y debe respetar el tiempo de contacto indicado por el fabricante para asegurar la efectividad microbiológica.
El hipoclorito de sodio (lavandina) es un desinfectante comúnmente utilizado. Se requieren POEs precisos para la dilución de la solución madre, por ejemplo, para alcanzar concentraciones de 0.5% o 1% a partir de un producto al 8%. En cuanto a la resistencia antimicrobiana a los biocidas, la evidencia sugiere que, si bien puede existir una asociación en laboratorio, en el contexto clínico es más importante priorizar la limpieza ambiental adecuada, la higiene de manos y la higiene personal que la rotación de biocidas.
IV. Gobernanza y Modelo de Interrelación EVS – CDI
El empoderamiento del personal de EVS y la mitigación efectiva del riesgo ambiental solo son posibles a través de un modelo de gestión hospitalaria que integre formalmente al servicio ambiental dentro del Programa de Control de Infecciones. La interrelación entre el EVS y el Departamento de Control de Infecciones (CDI) debe ser fluida y estructurada.
1. Estructura Organizacional: Integración de EVS en el PCI
El Programa de Prevención y Control de Infecciones (PCI) requiere una planificación ordenada.1 Esto implica que el alcance del PCI debe considerar explícitamente la prevención de IACS en pacientes, personal de salud, y visitas, y debe incluir la definición de normas de limpieza y desinfección ambiental. El Componente 8 de los programas nacionales de PCI se enfoca específicamente en el ambiente hospitalario y los equipos.
El liderazgo del servicio de Higiene Hospitalaria debe cooperar funcionalmente con la coordinación de cuidados y la dirección de las unidades clínicas para desarrollar los servicios de higiene. Esta integración garantiza que los Procedimientos Operativos Estándar (POEs) sean logísticamente viables y estén alineados con la realidad operativa. Los protocolos, como la Norma Provincial de Limpieza y Desinfección Hospitalaria, deben ser elaborados conjuntamente por el CDI, que aporta el conocimiento epidemiológico sobre patógenos y riesgos, y el EVS, que aporta la viabilidad operativa y logística (uso de insumos, gestión de residuos). Cuando los protocolos del CDI se diseñan sin la participación del EVS, corren el riesgo de ser teóricamente sólidos pero imposibles de implementar de manera consistente y eficiente.
2. Protocolos de Comunicación Formal y Workflow Interdepartamental
La comunicación efectiva es un factor crítico en la prevención de IACS. Los retrasos en la Limpieza Terminal, por ejemplo, aumentan el riesgo de que un paciente ingrese a una unidad contaminada. Para evitar esto, deben existir protocolos de comunicación formal y un flujo de trabajo interdepartamental bien definido.
Un elemento esencial es el Protocolo de Comunicación de Anomalías. Este protocolo debe permitir que el personal de EVS reporte de inmediato cualquier falla o barrera que afecte la calidad de la limpieza. Ejemplos incluyen la falta de insumos, fallas en la infraestructura, o la incapacidad de coordinar con el personal clínico para la retirada de equipos.
La coordinación con Enfermería y otros departamentos para el reprocesamiento de dispositivos es vital. El personal de EVS debe coordinar la retirada de equipos no críticos reutilizables (como brazaletes para la presión arterial, termómetros o andaderas) de la habitación del paciente antes de iniciar la limpieza terminal. Si el personal de EVS experimenta dificultades para comunicarse o si otros departamentos no responden a las solicitudes de retirada de equipos de manera oportuna, la gerencia debe tratar esto como una falla de seguridad del paciente, y no solo como un problema logístico. Se deben identificar las barreras de comunicación o la jerarquía institucional que obstaculizan la respuesta oportuna para garantizar que el proceso de limpieza no se vea interrumpido.
V. Desarrollo de Competencias y Capacitación Estandarizada
Para que el personal de EVS cumpla con su rol protagónico, es imperativo que reciba una formación específica, continua y estandarizada. Este entrenamiento debe ir más allá de las instrucciones básicas, proporcionando el conocimiento microbiológico necesario para comprender el «por qué» de cada procedimiento de control de infecciones.
1. Estructura y Metodología de Capacitación
Todas las instituciones deben contar con un plan de capacitación que asegure que el personal de EVS conozca y siga los protocolos específicos para cada tarea. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) y otras entidades internacionales recomiendan estructuras modulares de autoaprendizaje que abarquen desde los fundamentos de la prevención de infecciones hasta la práctica técnica especializada.
Estos programas están dirigidos específicamente a los ejecutores de las labores de limpieza y deben incluir evaluaciones de competencia, asegurando que los participantes no solo adquieran conocimientos, sino que también demuestren la habilidad práctica necesaria. Por ejemplo, se requiere una puntuación de o más para la aprobación en los módulos de capacitación de la OPS, lo que subraya la necesidad de certificación formal y recurrente de las competencias del EVS.
2. Contenidos Esenciales de la Formación
La capacitación debe estructurarse en torno a los siguientes ejes clave:
A. Fundamentos de PCI y Transmisión
Se deben cubrir los principios básicos de la prevención y control de infecciones, incluyendo:
- Mecanismos de transmisión de infecciones (contacto, gotas, vía aérea).
- Las Precauciones Estándar como base de toda la atención.
- Técnica y momentos críticos de la Higiene de Manos.
El manejo adecuado de pacientes bajo Precauciones Basadas en la Transmisión (aislamiento).
B. Operación Técnica y Productos
El personal debe dominar las técnicas de desinfección, limpieza de superficies y manejo químico:
- Identificación de los productos adecuados para la limpieza y desinfección ambiental, incluyendo las precauciones de seguridad.
- Preparación de soluciones: Los pasos clave para la preparación de soluciones de limpieza y desinfección, como la dilución correcta de agentes químicos.
- Aplicación de procedimientos: Distinguir y aplicar los procedimientos adecuados (concurrente, terminal) según el nivel de riesgo de cada área y la presencia de materia orgánica.
- Secuencia de trabajo: La formación debe hacer hincapié en el proceso de limpieza (por ejemplo, comenzar de limpio a sucio o de la cabecera al pie de la cama).
C. Seguridad y Equipos
Se debe asegurar el uso correcto, cuidado y almacenamiento de Equipos de Protección Personal (EPP) y suministros. Esto incluye la correcta colocación y, de manera crítica, la retirada del EPP, seguida inmediatamente por la higiene de manos para evitar la auto-contaminación.
D. Reprocesamiento de Equipos No Críticos
Dado que el EVS interactúa con el entorno inmediato del paciente, es esencial que comprenda el proceso de limpieza y desinfección de dispositivos médicos reutilizables no críticos, como los brazaletes de presión arterial, termómetros y andaderas. La formación debe destacar la necesidad de mantener la separación estricta entre dispositivos limpios y sucios para prevenir la propagación de la infección.
VI. Monitoreo, Evaluación y Mejora Continua de la Calidad (KPIs)
La medición objetiva de la calidad de la limpieza es indispensable. Depender únicamente de la inspección visual es una práctica insuficiente, ya que una superficie que parece limpia no garantiza la ausencia de microorganismos. La gestión de la calidad exige la adopción de tecnologías que proporcionen datos cuantificables.
1. Limitaciones de la Inspección Visual y Métodos de Verificación
Se deben utilizar herramientas de verificación que proporcionen una evaluación objetiva de la contaminación ambiental. Los métodos validados incluyen la inspección con gel fluorescente, la toma de muestras microbiológicas, y la verificación por ATP (Adenosín trifosfato).
La Verificación por ATP (Bioluminiscencia) es el método más rápido y práctico para el monitoreo de rutina. Este sistema detecta el ATP, una molécula energética presente en todos los organismos vivos (incluyendo bacterias, levaduras y materia orgánica), utilizando un luminómetro para cuantificar la contaminación en Unidades Relativas de Luz (RLU).37 La prueba de ATP ofrece resultados instantáneos (aproximadamente 10 segundos), permitiendo a los supervisores del CDI y del EVS proporcionar feedback inmediato al personal y corregir fallas en el procedimiento de limpieza en tiempo real. Esta retroalimentación objetiva transforma la limpieza de un proceso subjetivo a uno cuantificable, lo que aumenta el cumplimiento y la motivación del personal de EVS.
2. Estándares de Rendimiento (RLU)
Para implementar un programa de monitoreo de ATP efectivo, la institución debe establecer límites de RLU (Umbrales de Pasa/Falla) calibrados para sus propias condiciones. Aunque existen referencias externas, la mejor práctica es realizar un baselining interno, muestreando superficies consistentemente limpias y utilizando el promedio de esos resultados para definir el límite inferior de aprobación.
Los umbrales de RLU deben clasificar la superficie como «Pasa» (limpia), «Precaución» (requiere revisión) o «Falla» (contaminada). Por ejemplo, algunas referencias utilizan 150 RLU como límite de aprobación y más de 300 RLU como límite de falla para superficies de contacto frecuente, mientras que otros estudios aplican un umbral de «limpieza» en 1000 RLU.
Tabla 3: Estándares de Referencia para el Monitoreo de Limpieza por ATP (RLU)
| Nivel de RLU | Umbral de Referencia (Ejemplo Común) | Interpretación | Acción Inmediata Requerida |
|---|---|---|---|
| BAJO | RLU | Pasa (Limpieza Aceptable) | Continuar monitoreo de rutina. |
| INTERMEDIO | RLU | Precaución (Necesidad de revisión) | Revisión inmediata del cumplimiento del protocolo; re-limpieza focalizada. |
| ALTO | RLU | Falla (Superficie Sucia/Contaminada) | Re-limpieza inmediata, documentación y reporte de la falla al CDI para análisis de causa raíz. |
3. Indicadores de Calidad (KPIs) y Auditoría
La auditoría de la calidad de la limpieza debe enfocarse tanto en indicadores de proceso como de resultado.
Indicadores de Proceso: Miden la implementación y la adhesión a los POEs, fundamentales para la mejora continua. Estos incluyen:
- Tasa de cumplimiento de protocolos (medida como el porcentaje de resultados RLU que están en el rango «Pasa»).
- Tasa de adhesión al uso de EPP por parte del EVS.
- Tasa de cumplimiento de las frecuencias de limpieza terminal programadas.
- Tasa de utilización de recursos materiales (para evaluar la eficiencia operativa).
Indicadores de Resultado: Miden el impacto clínico de la limpieza. Ejemplos incluyen la Tasa de Infección Asociada a Ventilación Mecánica o la incidencia general de IACS.
El monitoreo continuo de tendencias y el análisis de los resultados de ATP son cruciales para identificar zonas problemáticas y corregir procedimientos inadecuados. Si los resultados de «Precaución» o «Falla» son frecuentes, se deben revisar y mejorar los POEs. Al correlacionar el cumplimiento de la limpieza (RLU) con las tasas de IACS, la institución valida la efectividad del programa y demuestra su impacto en la seguridad del paciente. Finalmente, el monitoreo riguroso del desempeño permite la implementación de programas de reconocimiento y premiación, lo que refuerza la motivación y el compromiso del personal de EVS y asegura la sostenibilidad del programa de higiene.
VII. Conclusiones y Recomendaciones Estratégicas
La higiene ambiental es una estrategia de control de infecciones de alta rentabilidad clínica. La evidencia epidemiológica subraya que el entorno inanimado es un vector de transmisión crucial para patógenos persistentes. Lograr una atención de calidad exige transformar el servicio de limpieza en un agente clínico empoderado, lo que requiere un cambio cultural, inversión en tecnología y una gobernanza integrada.
Las siguientes recomendaciones estratégicas son esenciales para cualquier institución que busque asegurar un rol protagónico para su personal de Servicios Ambientales y maximizar la prevención de IACS:
- Integración Formal en la Gobernanza del PCI: La alta dirección debe formalizar la inclusión del servicio de EVS dentro del Programa de Control de Infecciones (PCI) y el Comité de Control de Infecciones (CDI). Esto garantiza que el EVS participe en la elaboración de protocolos, asegurando que sean epidemiológicamente sólidos y logísticamente ejecutables.
- Mandato de Capacitación y Certificación Continua: Es obligatoria la implementación de un plan de capacitación estandarizado basado en modelos modulares (ej., OPS/CDC) que cubra las Precauciones Estándar, el manejo riguroso de EPP y desinfectantes, y las técnicas anti-cruzamiento. El personal debe ser certificado anualmente en sus competencias operativas.
- Adopción de Monitoreo Objetivo de la Calidad: Las inspecciones visuales son insuficientes. Las instituciones deben invertir en sistemas de monitoreo de ATP (Bioluminiscencia) para superficies de alto contacto y áreas críticas. Se deben establecer umbrales de RLU específicos para la institución y utilizar esta tecnología para la retroalimentación inmediata, el entrenamiento en servicio y la auditoría constante.
- Estandarización de Técnicas Anti cruzamiento: Se debe exigir el uso sistemático de la técnica de fregado con doble cubo y paños de microfibra de uso exclusivo por habitación o área. La implementación de un código de colores debe ser obligatoria para todos los útiles de limpieza, garantizando la prevención de la contaminación cruzada entre zonas de riesgo (rojo para sanitarios, azul para zonas generales, etc.).
- Formalización del Rol EVS como Auditor Ambiental: Establecer un protocolo formal (Anexo de Comunicación de Anomalías) que empodere al personal de EVS para reportar fallas estructurales o de mobiliario que comprometan la higiene (ej., equipos rotos, superficies no limpiables). La respuesta a estas anomalías debe ser gestionada como un evento de seguridad del paciente, coordinando las acciones con los departamentos de Mantenimiento e Ingeniería.
- Estrategia de Inversión y Reconocimiento: Priorizar la inversión en equipos que mejoren la eficiencia y la seguridad (sistemas de doble cubo, EPP adecuado, dispositivos de monitoreo ATP) y correlacionar los altos resultados de cumplimiento (KPIs de RLU) con programas de reconocimiento formal para el personal de EVS, reforzando su identidad como profesionales esenciales en la seguridad del paciente.
¡HASTA PRONTO!
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